jueves, 24 de julio de 2008

Y vos, que sos?

El mundo esta dividido entre las personas que se despiertan temprano y las que se despiertan tarde.
Yo, soy de las que se despiertan más bien al mediodía, como algo fisiológico.
No es algo que se arregle fácilmente. Aunque trate de cambiar los horarios no va a pasar mucho tiempo hasta que vuelva a acostarme muy tarde y despertarme cerca de las 12 pm…
Lo traigo en la sangre. Mi madre es así, mi padre es así, mi hermano es así, la única que en un tiempo dormía de noche era una perra que teníamos, pero al poco tiempo de vivir con nosotros empezó a compartir nuestros horarios nocturnos y no había nada que la despertara antes de la una… Sí, un perro… podía entrar una murga de desquiciados y Jazz no movía una oreja. Decí que veíamos que respiraba y cada tanto movía alguna pata, señal que soñaba, sino hubiese terminado en una bolsa de consorcio mas de un par de veces.
Cuando éramos chicos, mi hermano y yo (y ahora que lo pienso también mis padres eran chicos), mi papá trabajaba los fines de semana en un teatro, que no era más que una casona antigua de San Telmo. Muchas veces íbamos todos juntos, mamá, papá, Neno y yo.
Ahí la cosa empezaba después de las 24 y no volvíamos a casa hasta el amanecer.
Mi hermano, año y medio más chico que yo, que por aquel entonces tendría no más de 4 años caía dormido poco después de llegar (es que era un niño hiperactivo y molesto y no usaba energizer), pero yo no me dormía nunca, un poco por lo noctámbula y otro poco por lo curiosa. Veía todos los números, que obviamente no entendería porque era todo para adultos y no para adultos que consumen todo masticado. Cuando llegaba el turno de mi papá, desde atrás de todo, sentada en una grada improvisada, hecha con unos cajones de madera le gritaba con mi voz de pito (que aún me caracteriza) “ Bien papi, bien”!!! y lo aplaudía eufóricamente. ¿Cómo me iba a perder eso?
Así era que me quedaba despierta, hasta que se iban todos. También había conseguido empleo, el barman, me pagaba con una coca-cola si arrinconaba todas las botellas de cerveza que había diseminadas por ahí… En realidad lo hacía aunque no hubiese nada a cambio… desde pequeña que quería ser camarera, como mi tía Mabelina.
La vuelta a casa era un largo camino.
Más teniendo en cuenta que vivíamos en un lugar que se llama “La Reja” que queda pasando Moreno (el far, far, far west), y que no había auto que nos llevara.
Ahí llegaba el momento del sueño y se complicaba un poco, porque mi padre, aunque siempre fue un señor grandote, no nos hacía upa de ninguna manera, pero eso no era lo peor, sino la frase que acompañaba el No rotundo. La famosísima frase “calavera no chilla”.
Crecimos con ella sin saber bien que quería decir, pero era nuestra realidad más real…
No había manera, había que bancarsela como soldados… aguantando el frío en el invierno y el rocío de la mañana que allá en la Reja era crudísimo.
Supongo que al otro día dormiríamos hasta pasado el mediodía.
Éramos felices, por lo menos yo lo era.
Comíamos pan que traía un panadero en bicicleta, que tenía una barba como de montañés y que un día se murió electrocutado por abrir una heladera descalzo.
Cuando uno es chico no tiene frío, no tiene hambre, no tiene problemas si tiene padres que lo quieran.
Yo no tuve los padres más convencionales, ni más amorosos, ni más consentidores, pero no los cambiaria ni loca ni por nada del mundo, no solo por como son, sino por lo que aprendí de ellos.
Ahora que me quieren transformar en una persona normal, que usa mantel, come a horarios determinados y se levanta a la mañana, más me aferro a mis raíces y aunque me hago la señora yo también llevaría a mis hijos a los antros que me llevaron si es que a mi me tocara vivir esa situación.
Seguramente hay quienes se alarmen por lo que cuento, pero no es más que mi realidad.
Antes las cosas eran auténticas, y juro y re juro que aunque el bardo rondaba a nuestro alrededor jamás vi nada inapropiado y aunque estábamos al tanto de todo jamás estuvimos desprotegidos.
Cada cual con lo suyo.
Yo me quedo con lo mío.
A las pruebas me remito
Y quien me conozca puede atestiguar.
Es así, si no fuera tan dormilona no dormiría nunca, o dormiría de 5 de la tarde a 9 de la noche, que es el único horario que no me interesa, porque me gusta la mañana y el día y la noche, pero el atardecer me tiene sin cuidado.
Hoy por ejemplo me levante a las 8:30, solo para darme el gusto de desayunar tostadas con manteca, que me encantan.
Ahora por supuesto tengo un sueño terrible y me arrepiento mucho de estar despierta… igualmente, mi hijo que salió diurno está a pleno con su triciclo loco así que no tengo otra opción que ponerme dos palitos en los parpados y fingir que estoy despierta.
Besos, abrazos, cariños y saludos!.

2 comentarios:

BellusNox dijo...

Qué lindo escribís, Guille.
Qué lindo esto que escribiste.
No sé por qué, me estoy sonriendo, y al mismo tiempo, tengo una lagrimita pugnando por salir.

Connie dijo...

Me diò nostalgia del pasado lo que contàs de la vuelta del Parakultural a casa y de Jazz.... Fueron tiempos lindos.... y duros.....