jueves, 4 de marzo de 2010

Miguelina

Por las revueltas, o revolcadas de la vida, hace muchos años, cuando yo tenía más o menos cinco años, nos mudamos a "La Reja", en el conurbano bonaerense, para ser más específica, ahí, en el lejano Oeste.
De vivir en Parque Patricios, un lugar al que recuerdo con un cariño enorrrrrrrme, lleno de amigos y gente buena, de tardes y tardes y tardes en la vereda, de mi amiga María, de su familia tan linda, del cine de la vuelta donde veíamos muchas películas, de la biblioteca infantil en el parque, pasamos a vivir en un lugar para mi en ese entonces extraño.
Zona de quintas y casitas muy humildes (como la que vivía yo) y un mundo de vecinos diferentes (así lo veía yo) a nosotros.
Con el tiempo mis padres fueron haciendose muy poquitos, pero algunos amigos. Mi hermano y yo nos aburríamos bastante porque niños casi casi que no había.
Mis compañeros del preescolar fueron una pesadilla, realmente la pasaba mal ahí. Y en cuanto a 1º y 2º grado que también hice en La Reja poco me acuerdo, salvo de alguna compañerita, de un par de nenes, de cuando nos llevaron al cine a ver "La Bella y la Bestia" y de mi Señorita Elizabeth que era preciosa. El recuerdo horrible de una nena que se llamaba Aurora que en un par de oportunidades me lanzó su venenito (seguramente traído de casa) diciendome que yo no tomaba el mate cosido (cosa que todavía no tomo porque NO-ME-GUS-TA) porque en mi casa seguro había "nescuic" (mentira, si seguro que yo era más pobre que ella) y cuando una vez me soltó un "a vos seguro te tiñen y te ponés lentes de contacto azules". Cosa que hizo que me preguntara qué sería un "lente de contacto", después papá y mamá me explicaron, pero el venenito ya me lo habían suministrado. Ahhhh, sí, sí, yo también he sufrido la discriminación.
También ahí, en la escuela nº7, le pegué a una compañerita. Fue la única vez, lo juro, pero realmente me tenía podrida. Pobre Pamela, ojalá me perdones, si es que te acordás. Le pegué con un ratoncito que tenía, no era problema porque era acolchonadito, pero le di el golpe en la cabeza sin medir que adentro, el animalito tenía uno de esos tachitos que cuando das vuelta al muñecho hace "ñaaaaaaaaaaaaaaa" (llanto de bebé) y le dolió.
Igual me estoy yendo por las ramas.
El tema es que en La Reja no tenía amiguitos.
A veces jugaba con la nena de al lado, pero por lo general estaba en casa y jugaba con mi hermano, que tiene año y medio menos que yo.
No sé como fue, pero sin darme cuenta con el tiempo me hice muy amiga de Miguelina.
Miguelina era una Señora Ucraniana que vivía en la esquina, enfrente de mi casa.
Era lo suficiente mayor como para ser mi abuela (tampoco era muy vieja), pero yo no la consideraba así, para mi Miguelina era mi amiga.
Era una mujer alta, rubia, con labios finitos que siempre se pintaba con esos lápices de labios que no importaba el color que tuvieran por fuera, en los labios siempre quedaba rosa fuerte.
Hablaba raro y tenía un perro que se llamaba "lobito", y lo decía tan gracioso que daba gusto escucharla repetirle al perro allllto y flaco que se escapaba a dar una vuelta "lobito, lobito lobito, veni para acá".
La casa de Miguelina era chiquita, casi un cubo en una esquina, detrás de una ligustrina prolija que dividía al mundo común de su jardín lleno de flores.
Ojalá pudieran verlo con mis ojos, pero ese jardín era precioso. Tenía todo tipo de plantas con flores, todas de colores, de muchos colores diferentes. Era como una selvita en flor que yo la ayudaba a regar.
Sacábamos agua fría de la bomba, que bombeabamos y regabamos las plantas, Miguelina me decía cuales regar y me explicaba y enseñaba cosas que ya no me acuerdo, pero que seguro sé.
Pasaba tardes enteras con ella. En verano en la pileta, en invierno adentro de la casa.
Ella preparaba un budín riquísimo y charlabamos, vaya uno a saber de qué, porque... de qué pueden hablar una señora mayor y una nena de 5, 6 años, pero no importaba, pasábamos las tardes juntas.
Ella cocía, yo la miraba. Ella cocinaba, yo miraba. A veces me peinaba, porque yo tenía el pelo largo. Y hasta me había enseñado a pedir la leche en Ucraniano, que obviamente no se la pedía por vergüenza, pero lo sabía decir. Ahora ya me lo olvidé.
Años y años y años pasaron.
Hace muchísimo que no veo a Miguelina, solamente tengo un recuerdo grandote de ella. es como un capítulo de mi biografía. No sé bien qué habré aprendido de ella porque ya no me acuerdo muchas cosas pero siento que Miguelina fue parte de mi formación.
Que hoy, viéndolo desde lejos y poniéndole una cuota de fantasía la veo como un hada buena en su jardín de flores, el color en un mundo gris que era para mi La Reja.
Y es extraño, pero si buceo profundo en mi alma encuentro eso. Porque el recuerdo es difuso, pero tengo muchos recuerdos con ella y en todos la veo como una mujer que ante todo quería que yo fuera una señorita, que me enseñaba a ser una señorita. Una institutriz ucraniana.
La recuerdo con mucho cariño y si alguna vez la vuelvo a ver, espero que sea con el pelo atado y una cinta de razo adornándome la trenza, que seguro le va a gustar.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Guii!!!!
Me encanto!!
Tambien tengo un recuerdo gris de La Reja, bastante gris, y menos mal que no te toco vivir la adolescencia ahi...
Habia muchos recuerdos que ya no estaban en mi mente, pero ahora que lo mencionaste,me acuerdo de Migue...Rara, pero divina!!
Una cosita más, no te olvides que nosotras una vez nos agarramos de los pelos, asi que cuenta como pelea...jajajajaja corriendo al rededor de la mesa que estaba en el patio... te acordas?? jajajajajaja...
Te quiero Gui!!! tengo muchas ganas de vertee.

Guillermina dijo...

Jajajaa, que gracioso Ailin!!! Hemos hecho de todo juntas.
También en la Reja la hemos pasado lindo,pero para vivir te la regalo. Siempre se me vienen los mismo recuerdos, pero no puedo evitar reirme. Espero que nos veamos muy pronto.
Te quiero mucho!!!